09 enero 2016

Relato roto




Amanece, me cobijo entre mis mantas. Estoy protegida, no importo a nadie. Estoy aquí, soy una papelera, un semáforo de luces que incordian. Oigo voces, mis luces me hablan, son mis amigas que hablan, hablan, hablan… ¡Callad ya! ¡Dejadme sola en mis mantas! Como cuando quiero y una buena mujer me deja usar el baño. Una pareja azul de servicios sociales vienen a visitarme. A veces vienen, ¿por qué vienen?, ¿por qué hoy vienen de azul? Sonríen, me regalan unos zapatos. Los descoseré y los haré a mi medida, a mis amigas no les gusta el azul. El señor gordo quiere que me marche, no me quiere, solo tengo a mis amigas que hablan… quiero estar sola. Hoy es azul, un lunes azul. Viene la policía, me pide que los acompañe. ¿Por qué?, yo no hago nada malo… La gente me mira. Me abrigo con mi albornoz y mis guantes blancos. Me llevan, ¿dónde voy?, ¿y mis cosas? El edificio es muy ruidoso, todos hablan y me preguntan, mis amigas también hablan, quieren que les cuente mi vida, mi intimidad, mi tristeza, mi soledad, ¡por qué no me dejan en paz!

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Relato roto es una historia que sucedió y que sucede en muchos rincones de España, es la contradicción entre la vivencia de una persona en la calle versus como se ve desde el exterior. Por desgracia, esta situaciones voy a tener que seguir trabajándolas; desde mi función de responsabilidad velar por la vulnerabilidad de las personas que se encuentran con brote psicótico y sin atender por el sistema, abandonadas, solas en su soledad. Por otro lado quienes somos nosotros para forzar a veces situaciones que se tornan muy desagradables.

Luego queda un suspiro, un gracias, el retornar de la persona a la ¿normalidad? así es como lo llamamos cuandos nos introducimos de nuevo en la Matrix

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